jueves, 14 de enero de 2010

Miserable oportunismo de algunos políticos

Acabo de enterarme por la radio que el ministro del interior, Fabio Valencia Cossio, hermano de un ex jefe de fiscalías de la región de Antioquia que está acusado de favorecer a narcotraficantes desde su puesto, va en un avíon colombiano con ayudas materiales y personal experto en emergencias y desastres naturales para Haití. ¿Qué va a hacer este individuo por allá? ¿A estorbar? Si acaso él es experto en desastres, será en causarlos. Peor aún, dicen también que el presidente Uribe Vélez anuncio en una emisora local en el Valle del Cauca, que tiene intenciones de hacer lo mismo. ¡Qué descaro! Con cargo a las arcas del erario público, es decir, con el dinero de los impuestos, que ya se anuncia, se incrementarán indolentemente este año a los colombianos. ¿Acaso Álvaro Uribe Vélez es rescatista internacional? ¿Por qué mejor no viaja con el equipo de gobierno completo al Chocó, por ejemplo, donde miles de niños enferman por falta de atención médica y mueren de física hambre? ó, quizás ¿A Tumaco, donde se enseñorea la violencia narco paramilitar y cuya población está sumida en el más completo abandono, sin empleo, sin alimentos y en constante amenaza de desplazamiento? Bastaría con que fuera a Medellín, su propia tierra, y se reuniera con las familias de los asesinados por los paramilitares, que él extraditó a EE UU, y se diera cuenta de su condición de constante zozobra por amenaza a sus vidas si exigen justicia, en el marco de esa inusitada violencia que se vive por allí.
Valencia Cossio y Uribe Vélez quieren hacer con la desgracia de los haitianos lo que han hecho con la desgracia y miseria del pueblo colombiano: obtener ganancias políticas. El oportunismo miserable de algunos políticos no tiene perdón.

Fabio Valencia Cossio y Álvaro Uribe Vélez.

miércoles, 13 de enero de 2010

Votar por un NO MÁS a la guerra


Empezamos en Colombia un año complejo y delicado para la democracia. Descuartizada por la motosierra del uribismo, la constitución política de 1991, que había abierto caminos de esperanza para muchos que creíamos en un nuevo pacto social, moderno e incluyente, y que sería el punto de partida para empezar a solucionar el desangre que vivimos desde hace ya muchas décadas -de hecho, casi todo el siglo pasado-, está muriendo. El gobierno actual y su maquinaria mafiosa ha aprovechado las vacaciones decembrinas para preparar el golpe final: el concepto del Procurador General de la Nación pidiendo a la Corte Constitucional que apruebe el referendo que reelegiría por tercera vez a Álvaro Uribe Vélez, es prueba de ello.
Cansados estamos ya los colombianos y colombianas de escuchar, incluso desde el exterior, voces gritando, implorando, avisando, que éste referendo no sólo es inadmisible desde todo punto de vista ético, si no que sus vicios de procedimiento y sus inocultables fallas legales no le permiten ser aceptado en una democracia. Pero la maquinaria de guerra que representa el señor Uribe y sus aliados empresarios, banqueros, ganaderos y -cómo no-, mafiosos y políticos corruptos regionales, no va a pararse ante esas voces.
Deberíamos este año trabajar con ahínco por recuperar nuestra civilidad y decirle NO MÁS a esta guerra que disfrutan los ricos pero que sufrimos todos en nuestras familias: apoyar con energía la objeción de conciencia para impedir que nuestros jóvenes sean llevados por la fuerza al matadero del servicio militar obligatorio, abandonando sus estudios y dejando a la nación empobrecida intelectualmente; NO VOTAR el referendo, y ELEGIR para el senado políticos serios, éticos y respetuosos de la Constitución que trabajen de verdad por construir nación.
Soñar no cuesta nada, dirán algunos, pero está en nuestras manos, y sólo en las nuestras, la responsabilidad de hacer que esos sueños se realicen.
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