miércoles, 15 de julio de 2009

Los humanos en la luna

"Éste es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad". Esta es la famosa frase que dicen que dijo Neil Armstrong, maravillado, atortolado -¡y quien no!-, cuando posó su pie en el suelo lunar en 1969, frase que veremos y escucharemos millones de veces por estos días. Lastimosamente, hoy suena como hueca, como esas frases de cajón que acostumbran tanto los políticos, pues, la verdad, no parece mucho que en estas cuatro últimas décadas la humanidad haya dado un gran salto. Por lo menos positivo. Ya lo ven; por el contrario, pareciera que hemos ido en retroceso: no creo que seamos más liberales o progresistas en cuanto a ideas; tenemos más hambrientos, más enfermos y más desnutridos en el mundo; el agua escacea, los árboles desaparecen a kilómetros por segundo y muchas especies naturales van en vía de extinción. Esta es, me parece, esa humanidad que puede ir a la luna pero que no atina en resolver los urgentes problemas que ella misma ha ido creando con su presencia en la tierra. Si existieran los poéticos selenitas citados en tantas obras literarias ¡válgame lo que pensarían de estos humanos! Claro, sé bien que para muchos allá en su entorno, en su vida íntima y familiar, pensarán -y hasta podrán probarlo- que hemos avanzado bastante en diferentes campos, pero yo insistiría: nosotros, como especie, como humanidad, no parece que hayamos dado un salto positivo desde esa fecha. Ahora ¿No les parece a ustedes que ésta no deja de ser una frase enigmática? ¿De esas que pueden leerse de aquí para allá o viceversa? ¿Que pueden decirse hoy, mañana y pasado mañana? ¿Una de esas frases que podría decir un político cualquiera, después de ganar unas elecciones, en un país cualquiera? Tal vez por esto es que, con el perdón del señor Armstrong, la frasecita no me cuadra: creo que algún político se la puso en el bolsillo para que éste la recitara. Al fin y al cabo, recuerden el contexto: plena guerra fría, competencia por la supremacía ideológica en el planeta... en fin.
Bueno, no hago más de aguafiestas. La frase no me gusta, pero me encanta la idea de la llagada de un ser humano a la luna. No deja de ser un acto poético. La luna, como las estrellas, no sólo han gravitado realmente sobre nuestras cabezas, también sobre nuestra imaginación. Desde tiempos inmemorables nuestro satélite ha ejercido su poder sobre nuestros espíritus, a veces temerosos, a veces románticos y hasta científicos. Por ejemplo. por aquí, en estas tierras que habito, nuestros antepasados la adoraban como a una diosa y la llamaban Chia.
Me encantan la luna y los viajes a ella especialmente en la literatura, en el cine, en la ilustración, en los cómics. Por eso comparto hoy con ustedes estas imágenes, en su orden, del caricaturista e ilustrador inglés William Heath Robinson en el libro The adventures of uncle Lubin, publicado por primera vez en 1902; seguido de algunas páginas del cómic realizado en 1952 por el genial Will Eisner acompañado de Wally Wood y Jules Feiffer; depués, páginas del celebérrimo Tintin del dibujante belga Georges Remi -Hergé-, quien hizo dos albumes sobre el tema absolutamente bien documentados y, hay que decirlo, exquisitamente dibujados; sigue una ilustración de Frank Frazeta, nacido en Nueva York.; y, por último... ¡yo también tengo mi explorador en la luna!
Las imágenes de W. H. Robinson las extraje del excelente blog http://goldenagecomicbookstories.blogspot.com/


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